Diez días después de cumplir los 12 años de edad, es decir el 19 de septiembre de 1941, ingresó al seminario menor Corazonista de Rentería (España), donde fue creciendo y discerniendo su vocación a la vida religiosa durante cuatro años. Con los 15 años cumplidos (como era la exigencia mínima en aquella época) comenzó su noviciado, para lo cual se tuvo que trasladar a Alsasua, en la provincia de Navarra.
Continuó sus estudios en España un par de años más, hasta alcanzar la mayoría de edad, cuando, consultado por sus superiores, aceptó ser destinado a las jóvenes obras Corazonistas del Río de la Plata (la llegada de los Hermanos a Uruguay había sido a fines de 1927 y a Argentina en 1930).
Podemos imaginarlo (porque sin duda fue así) como un joven valiente y entregado, dispuesto a cruzar medio mundo en épocas en que las travesías eran en barco y demoraban semanas, dispuesto a no ver a su familia por bastantes años y tener sólo contacto por carta, dispuesto a adoptar una nueva cultura y una nueva nacionalidad, dispuesto a darlo todo por el Corazón de Jesús… En estos tiempos de internet, de viajes en avión y de cultura globalizada se nos hace difícil valorar lo que significó aquella decisión en su vida.
Desde que llegó a tierras argentinas, con 18 años, se desempeñó como maestro de primaria. Pudo hacerlo gracias al título de aptitud pedagógica que otorgaba la casa de formación de los Hermanos en Argentina, la Escuela Apostólica Sagrado Corazón. Más tarde inició también el profesorado de Lengua y Literatura, aunque no pudo concluir esos estudios. Sin embargo, él mismo reconoció alguna vez que lo que más le hubiera gustado estudiar era Botánica.
Si elegimos la mirada por países y lugares constatamos que su disponibilidad no fue sólo una característica juvenil, sino que le acompañó toda la vida. Como miembro de la provincia religiosa de América Austral (antes provincia Argentina) el Hno. Jesús estuvo destinado en cuatro países diferentes: Argentina, Uruguay, Chile y España.
En Argentina estuvo un total de 41 años, en los que pasó por todas las obras de la comunidad: Sagrado Corazón de Venado Tuerto (1948, 1949, 1950, 1951, 1954 y 2003), Manuel Belgrano de Temperley (1952, 1953, 1956, 1960, 2011, 2012 y 2013), San Rafael de Buenos Aires (1955), Benito Nazar de Buenos Aires (1957), Sagrado Corazón de Lomas de Zamora (1961), Sagrado Corazón de Villa Gral. Belgrano (1978 a 1997), casa pastoral de Tucumán (2001).
En España, con posterioridad a su etapa de formación inicial, estuvo 13 años en las casas de formación que allí se abrieron con la intención específica de preparar religiosos españoles para ser misioneros en Argentina y Uruguay: Antezana (1964 a 1970), Durana (1971 a 1975) y Tafalla (1977). Vemos que en este período en España no incluimos 1976, porque dicho año lo destinó a hacer un curso de renovación personal en Roma, conocido tradicionalmente como el “gran noviciado”.
En Uruguay vivió 11 años, siempre en el colegio Sagrado Corazón de Montevideo (1958, 1959, 1962, 1963, 1998, 1999, 2000, 2002, 2005, 2006 y 2008).
Finalmente en Chile (que se unió a la Provincia Argentina en 2003 para conformar la Provincia de América Austral) estuvo 4 años en la Aldea Mis Amigos de Peñaflor (2004) y en el Instituto Presidente Errázuriz de Santiago (2007, 2009 y 2010).
La segunda etapa es la de “reclutador vocacional”, es decir como encargado de ir por los pueblos buscando jóvenes candidatos que quisieran ingresar en los seminarios menores de los Hermanos para irse preparando para la vida religiosa. Esta misión implicaba pasar mucho tiempo lejos de su comunidad religiosa y en esos viajes se sucedían numerosas situaciones pintorescas que Jesús lograba solucionar (o en las que se metía) debido a su ingenio. Esta tarea la realizó de 1964 a 1997 en España y Argentina (33 años en total, descontando 1976, año en el que realizó el “gran noviciado” en Roma).
Y su tercera y última etapa, ya jubilado profesionalmente, es como colaborador en las comunidades tanto de Argentina como de Uruguay y Chile. Esta etapa abarca de 1998 a 2013 (16 años). Podemos decir que estos años fueron, en su mayoría, muy activos, pues con gusto se dedicaba a la huerta, se ofrecía para hacer trámites del colegio, realizaba tareas de mantenimiento e incluso daba clases de catequesis a alguna portera que aún recuerda muy bien sus enseñanzas.
¿Qué sacamos en conclusión de todos estos datos? Que fue un hombre de una gran disponibilidad. Cuando se le preguntaba si prefería hacer una tarea u otra su respuesta era siempre la misma: “Tú mándame, no me preguntes”. Aunque al final, con un poco de picardía, siempre conseguía hacer también lo que a él le parecía mejor.
Desde fines de 2013 se constató que se hacía muy imposible cuidar de él apropiadamente en una de nuestras comunidades y que lo más beneficioso para él era estar en un lugar con atención especializada. Se probó un breve período en un hogar de ancianos, pero no resultó satisfactorio, así que al final se optó por el Cottolengo Don Orione, en la localidad de Claypole en el Gran Buenos Aires. Allí residió (en el pabellón Tognoni, especialmente dedicado a religiosos y familiares de religiosos) desde marzo de 2014 hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 2017.
En el momento de su partida hacia el Padre tenía 88 años y 2 meses de vida; de los cuales 72 años y 2 meses los vivió consagrado a Dios como Hermano del Sagrado Corazón.
San Juan concluye su Evangelio diciendo: “Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían” (Jn 21, 25). Creo que al menos esa línea de la Sagrada Escritura se aplica perfectamente a nuestro Hermano Jesús, pues tantas han sido su venturas y desventuras a lo largo de los años, todas sobrellevadas con fe, buen espíritu, humor y también abnegación.
Que el Sagrado Corazón de Jesús sea ahora y por siempre su morada eterna, y desde allí interceda por todos nosotros, que seguimos sus huellas en este peregrinar.
Descansa en paz.